jueves, 5 de agosto de 2010

El Gobierno ruandés, inculpado por los asesinatos de nueve

14/07/2008

El Gobierno ruandés, inculpado por los asesinatos de nueve

cooperantes españoles

Resolución pionera de la Audiencia Nacional

Casi un millón de personas murieron durante el genocidio de Ruanda y por culpa de los

enfrentamientos entre hutus y tutsis. Seis millones más de rwandeses y congoleses han

perdido violentamente la vida desde 1990, tras la invasión del país del Frente Patriótico

Rwandés (FPR/APR). Durante aquellos tristes años de la década pasada, nueve

españoles perdieron su vida, por la única razón de ser testigos incómodos de las

matanzas indiscriminadas del FPR, Recientemente un juez español de la Audiencia

Nacional, Fernando Andreu, no sólo ha escuchado a las víctimas sino que ha imputado

crímenes contra la humanidad a 40 miembros del FPR, dictando orden de arresto

internacional contra ellos. Ironías del destino han querido que cinco de ellos ocupen

cargos “pacificadores” en la ONU, como en Darfur y Nepal, y uno más sea embajador

ruandés en la India. Ahora es al Gobierno español al que le toca mover ficha y reclamar

a esos culpables.

MARCOS PARADINAS

Un objetivo de tanta envergadura, como es el llevar la justicia a un lugar tan

lejano y tan reprimido como es Ruanda y la RD del Congo, merecía la

iniciativa de un grupo con un nombre contundente, que mostrase las grandes

miras por las que lucha: Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el

África de los Grandes Lagos. Su alma es Juan Carrero, candidato al premio

Nobel de la Paz desde 2000, y el músculo es Jordi Palou-Loverdos, abogado

penalista especialista en derechos humanos y en resolución pacífica de

conflictos. Juntos han llegado hasta el Senado de la mano del senador Pere

Santol para instar al Gobierno de España a que se implique en el caso de los

criminales instalados en la ONU, han comenzado a sentar las bases para la

paz en Ruanda y sobre todo les han devuelto la dignidad a unas víctimas que

lo habían perdido todo.

Historia de una manipulación

La historia de Ruanda es la de dos tribus enfrentadas: Los hutus y los tutsis.

Tras siglos de vasallaje y menosprecio por parte de la minoría tutsi, que

dominaba a los hutus considerándoles una casta inferior, el colonialismo llegó

a África Central. Las potencias europeas mantuvieron en su favor este orden

hasta que no les benefició y auparon al poder a la etnia hutu, que consiguió la

independencia de Ruanda en 1962. Ya en 1990 exiliados tutsi, que ocupaban

el FPR, invadieron el país, provocando una falsa apertura política, que

finalmente desembocaría en un atentado terrorista que acabó con la vida de

los dos presidentes hutus de Rwanda y Burundi y el cruel genocidio

perpetrado por hutus extremistas en 1994. Finalmente, tutsis extremistas

lograron alzarse con el poder, que mantienen hasta hoy,

Las muertes españolas

Esta es, resumida, la historia de algunos hechos destacados en África Central.

Pero en medio queda el silencio de cientos de miles de víctimas, repartidas

entre unos vencedores y unos vencidos que se han intercambiado los roles a

lo largo de los años. Inmersos en aquel conflicto se encontraban nueve

españoles que iban a sacrificar sus vidas por proteger a los de siempre, a los

más débiles. En abril del 1994 era secuestrado y torturado el sacerdote

Joaquim Vallmajó. Dos años después le seguirían cuatro religiosos que

colaboraban en uno de los muchos campos de refugiados de Zaire que fueron

objeto de matanzas sistemáticas por el FPR/APR: Servando Mayor, Julio

Rodríguez, Miguel Ángel Isla Lucio y Fernando de la Fuente. Después, Flors

Sirera, Manuel Madrazo y Luis Valtueña, cooperantes todos, serían asesinados

a principios de 1997. Y ya en 2000, el sacerdote Isidro Uzcudún cerraría la

trágica lista con una bala en la boca.

La casa del pueblo

Juan y Jordi, acompañados por Irma Rognoni, también abogada del Forum,

llegaron el día 11 de junio al Senado, la casa del pueblo, para extender aún

más la voz de las víctimas. Sería Pere Sampol, senador por las Islas Baleares,

quien se encargaría de lanzar la pregunta al ministro de Justicia, Fernández

Bermejo: “En función de la resolución de la Audiencia Nacional, ¿piensa el

Gobierno solicitar la entrega inmediata a la INTERPOL del embajador ruandés

en India y de los cinco imputados que trabajan para la ONU?” No parece una

labor difícil, dado que otros países como Canadá ya la han llevado a cabo en

apoyo a sus propias víctimas en el conflicto.

¿ Estará el Gobierno de España a la altura de las circunstancias?

Sin embargo, Bermejo responde con acritud y sospecha de que la verdadera

intención del senador sea la de “minimizar la actuación de la justicia”.

También le recuerda que “esto sí es un Estado de Derecho” y que “el Gobierno

español está haciendo lo que tiene que hacer en el momento en que lo tiene

que hacer”. Conclusión del ministro: “Cada cosa a su tiempo”. Al salir del

pleno, Jordi y Juan atienden a los medios. La importancia de su causa les

lleva a estar acostumbrados a encontrarse con las frías barreras de la

diplomacia y los intereses internacionales. Ese “tiempo” del que habla el

Ministro, ya ha llegado. Interpol ha pedido al Ministerio de Asuntos Exteriores

un informe sobre la posible falta de inmunidad de los seis imputados

rwandeses que trabajan para la ONU y el embajador rwandés en la Índia.

“Este momento es crucial para la causa”, señalan Juan y Jordi. Y el Ministro

parece desconocer esta importante petición al Gobierno. En Interpol todos

miran a España ahora. “España es un referente en esta cuestión, pero es

importante que lo sea más”, pide Juan y añade una reflexión: “No se

permitiría que seis asesinos de ETA estuvieran deambulando por terceros

países con la soberbia que llevan estos personajes”.

La lucha por la dignidad

Minutos más tarde, la intimidad de la cafetería del Senado nos permite hablar

a solas con ellos y descubrimos la verdadera profundidad de su tarea, que va

mucho más allá de la triste muerte de los cooperantes españoles. “Es una

lucha por la dignidad de los pueblos”, concreta Juan, “luchar por mostrar que

los supuestos liberadores son también genocidas y que los hutus también han

sido víctimas”. El concepto de “dignidad” impregna su pensamiento y es el

leitmotiv de una causa que busca, como fin último, la paz entre los rwandeses

“Si se les da esa recuperación de la dignidad, ellos tienen como pueblo

suficiente energía para marcar el futuro”.

Juan y Jordi, Jordi y Juan

Juan cede la palabra a Jordi y dedica toda su atención a las patatas fritas del

aperitivo. Las come despacio, con una calma y una dedicación que sólo puede

mostrar quien en 1997 pasó 42 días de ayuno voluntario frente al Consejo de

Ministros de la Unión Europea por la situación en Ruanda y los ataques con

armamento pesado a los campos de refugiados rwandeses en Zaire. Esa

entereza que le llevó a ser candidato al premio Nobel se nota también en

Jordi, que mezcla su amplio conocimiento en Derecho Internacional con frases

cargadas de pacifismo y esperanza. “Nos centramos en que se conozca la

verdad, como instrumento de resolución pacífica de este conflicto”. A partir de

aquí deben ser los rwandeses lo que deban decidir qué se hace con esta

verdad.

La justicia universal

El representante legal del Forum explica el concepto de justicia universal con

la naturalidad de quien lleva años dedicándose a resolver conflictos de este

calibre. “Ruanda no está capacitada para investigar, procesar y enjuiciar a

estos crímenes que se cometieron” pero asegura que “hablamos de crímenes

de genocidio, que es la primera convención tras la II Guerra Mundial y de los

Convenios de Ginebra, que son los crímenes de guerra” de aplicación en caso

todos los países del mundo. En síntesis, el concepto de justicia universal es

una potestad recogida en la legislación española y que permite al juez español

a investigar y enjuiciar los crímenes internacionales más graves cometidos en

cualquier parte del mundo.

Primeras consecuencias

Las consecuencias de sus acciones ya pueden observarse. El diálogo en

Ruanda empieza a fructificar. Los asesinos, afincados en el poder, ven

amenazada su hegemonía y reprimen a la prensa, como al periodista

Bonaventure Bizumuremyi y a su diario Umuco, al que hostigan y amenazan

por publicar información contra el FPR, y en concreto atreverse por fin a

hablar de las víctimas españolas. Y lo más importante de todo, el despertar de

la justicia ruandesa. El 11 de junio, mientras la visita al Senado tenía lugar,

Ruanda decidía procesar por primera vez a cuatro militares del FPR en el

poder por la muerte de tres obispos y nueve sacerdotes, hecho investigado

por el juez español. Entre los imputados está Wilson Gumisiriza, uno de los 40

miembros de los que el juez español pidió su captura. “Aunque es un tímido

paso, ya que Rwanda no ha detenido a los altos responsables del FPR de este

crimen, este paso era impensable sólo hace unos meses, antes de la

resolución del juez Andreu”, añaden.

La persecución de una utopía

El periodista José Yoldi calificaba la justicia universal como “lo más parecido a

la persecución de una utopía porque los resultados son desesperantes”, y no

es para menos. Por ejemplo, uno de los mayores instigadores de las

matanzas, el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, no puede ser

procesado por su inmunidad soberana. “El mensaje que había hasta ahora”

explica Jordi , “es que podían hacer lo que se les antojara, ya que nadie se

atrevía a tocarlos”. “Hoy ya saben que como mínimo hay un juez español que

ha dado un paso importante para que esa impunidad no continúe”, avisan.

Alguien me escucha

Yoldi añadía un pero a su pesimismo por la justicia universal. “Lo único

impagable es ver en la cara de los torturados la esperanza en que alguien,

algún día, les hará justicia”. Jordi retrata este sentimiento de una manera

breve: “Tras declarar ante el juez, dicen ‘después de tantos años, después de

2000 kilómetros huyendo de los ataques que querían matarme, por primera

vez alguien con autoridad me escucha y me reconoce como víctima. Existo en

el mundo, me vuelvo a considerar persona a partir de este momento’”.

“Por fin volvían a estar juntos”

La realidad es que este pequeño paso ha servido para resolver las diferencias

entre hutus y tutsis sin recurrir a metralletas ni machetes. Simplemente

sintiéndose escuchadas ambas partes. “No te puedes imaginar la alegría que

había después del auto del juez. Era la primera celebración pública conjunta

en 14 años”, cuenta Juan, e Irma concluye esta historia: “Veías como se

abrazaban y se hablaban. Por fin hutus y tutsis volvían a estar juntos”.